Los países
vencedores en la primera guerra mundial tenían, desde el siglo XIX una larga
trayectoria democrática, y extendieron su sistema político a los nuevos países
surgidos en la conferencia de París. Pero esta generalización del modelo
democrático duró poco porque la consolidación del comunismo en Rusia y el
triunfo del fascismo, primero en Italia y más tarde en Alemania, representaron
dos nuevas alternativas antidemocráticas.
Fascismo:
Esta ideología favorece la desigualdad social y racial, apoya a la
violencia y el nacionalismo extremo. A nivel político no hay separación de poderes sino que una
sola persona concentra todo el poder y se le rinde culto. Este jefe manipula y
controla las elecciones, privando de derechos a los ciudadanos y también
manipula los medios de comunicación y la educación. A los rebeldes se les
enviaba a campos de concentración.
Defiende la igualdad de clase social por lo que son anti capitalistas y rechazan la propiedad privada. El trabajador se sacrifica para que el estado
crezca económicamente. A cambio reciben gratis educación y asistencia médica.
El jefe manipula y controla las elecciones, privando de derechos a los
ciudadanos y también manipula los medios de comunicación.
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